Santa Margherita
En 1935, la visión de Gaetano Marzotto transformó la vasta llanura entre Fossalta di Portogruaro y la laguna de Venecia en un centro agrícola de mil hectáreas. Nombrado en honor a su esposa, Margherita Lampertico Marzotto, Santa Margherita se convirtió en el epicentro de la familia y, posteriormente, en un símbolo de excelencia en vinos.
La resurgencia de la viticultura tradicional marcó los inicios de este proyecto, con la construcción de una moderna bodega que reflejaba lo último en tecnología de la época. Esta bodega ha sido constantemente actualizada y desarrollada a lo largo de los años.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Santa Margherita se embarcó en la producción de vinos de calidad, centrándose en etiquetas con denominación de origen controlada. La evolución de los gustos italianos hacia vinos menos estructurados y más identificables en términos de variedad y región llevó a la bodega a identificar el Alto Adigio como un área con un gran potencial.
El Pinot Grigio se destacó como el líder de esta nueva generación de vinos, ofreciendo un perfil ligero y placentero que complementaba la cocina más saludable y ligera que estaba emergiendo.
Desde 1961, el Pinot Grigio de Santa Margherita ha disfrutado de un éxito constante y global. Además del Pinot Grigio, la bodega ha explorado nuevas interpretaciones del Chardonnay y el Müller Thurgau, incluso en versiones espumosas.
En paralelo, en Treviso, el Prosecco espumoso comenzaba a ganar renombre mundial, convirtiéndose en un fenómeno. Santa Margherita, comprometida con la sostenibilidad, adoptó prácticas agrícolas más responsables en el Alto Adigio, promoviendo la gestión integrada de plagas y la preservación del medio ambiente.
El viñedo-huerto de Refrontolo es un ejemplo vivo de este compromiso, destacando el enfoque de la bodega en la calidad, la biodiversidad y la protección del paisaje. Santa Margherita no solo produce vinos excepcionales, sino que también lidera el camino hacia un futuro más sostenible en la industria vitivinícola.
La resurgencia de la viticultura tradicional marcó los inicios de este proyecto, con la construcción de una moderna bodega que reflejaba lo último en tecnología de la época. Esta bodega ha sido constantemente actualizada y desarrollada a lo largo de los años.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Santa Margherita se embarcó en la producción de vinos de calidad, centrándose en etiquetas con denominación de origen controlada. La evolución de los gustos italianos hacia vinos menos estructurados y más identificables en términos de variedad y región llevó a la bodega a identificar el Alto Adigio como un área con un gran potencial.
El Pinot Grigio se destacó como el líder de esta nueva generación de vinos, ofreciendo un perfil ligero y placentero que complementaba la cocina más saludable y ligera que estaba emergiendo.
Desde 1961, el Pinot Grigio de Santa Margherita ha disfrutado de un éxito constante y global. Además del Pinot Grigio, la bodega ha explorado nuevas interpretaciones del Chardonnay y el Müller Thurgau, incluso en versiones espumosas.
En paralelo, en Treviso, el Prosecco espumoso comenzaba a ganar renombre mundial, convirtiéndose en un fenómeno. Santa Margherita, comprometida con la sostenibilidad, adoptó prácticas agrícolas más responsables en el Alto Adigio, promoviendo la gestión integrada de plagas y la preservación del medio ambiente.
El viñedo-huerto de Refrontolo es un ejemplo vivo de este compromiso, destacando el enfoque de la bodega en la calidad, la biodiversidad y la protección del paisaje. Santa Margherita no solo produce vinos excepcionales, sino que también lidera el camino hacia un futuro más sostenible en la industria vitivinícola.
